La igualdad en la educación es una de esas metas que aún está en proceso, por la que aún luchamos día a día. Ya sea brindando herramientas, espacios, momentos: cualquier aporte es valiosísimo.

Compartimos hoy las reflexiones sobre igualdad y diversidad de José Iribas. Sin duda, hay que seguir ampliando y luchando. Todos merecen, ninguno se queda atrás:

Una comunidad diversa

En la diversidad de la comunidad educativa, encontramos personas con necesidades especiales por su discapacidad física, sensorial, psíquica o intelectual… Otras con dificultades específicas de aprendizaje y, concretamente, entre éstas chicos con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH).

Los hay que tienen altas capacidades y –sin embargo– pueden ser, también, “carne de fracaso escolar” si no se les atiende o acompaña debidamente.

Contamos, además, con alumnado que se ha incorporado tarde al sistema educativo.

Y con aquel de conducta disruptiva, con chavales con falta de voluntad o interés en estudiar, o a quienes se les atragantan el pupitre y la pizarra: la vía académica.

Podría añadirte más supuestos que afectan a seres humanos concretos, con nombres y apellidos…

Todos, en fin, niños o jóvenes que por circunstancias personales, familiares o sociales, se convierten en uno de los principalesretos de nuestro sistema educativo. Un sistema que debe buscar la equidad y la excelencia como las dos caras de una misma moneda: la moneda de la calidad educativa.

No parece a priori complejo sacar adelante a un alumno brillante, capaz, voluntarioso, hijo de unos padres que se involucran en sus estudios, que mantienen un diálogo cotidiano con el colegio, que ofrecen a su chaval recursos extraescolares… Unos padres en cuya casa se lee, se viaja al extranjero o que envían a sus hijos a estancias o intercambios de “inmersión lingüística”… Sacar adelante a este tipo de chico o chica no está mal. Está muy bien. Hay que hacerlo y, además, propiciando que dé su mejor versión. No siempre es tan sencillo: a veces, la abundancia de oportunidades no va acompañada de un paralelo aprovechamiento.

Un gran reto educativo

Pero donde hay un reto enorme, incluso en las mejores circunstancias del “entorno” es con aquellos estudiantes que, por unas u otras razones, tienen importantes obstáculos que superar. Alumnos que también merecen, junto con la inclusión y la equidad, la excelencia. Que den lo mejor de sí. Y que puedan sentirse felices, queridos, valorados. Integrados, “bien en su piel”, con autoestima. Y con el mejor futuro posible.

Cada una de estas personas –cuánto sufrimiento hay, a veces, a su alrededor y cuánto amor– constituyen uno de los grandes retos educativos.

Puede resultar relativamente sencillo que el sistema educativo funcione con esos alumnos o alumnas brillantes de los que antes te hablaba, pero donde se juega de veras su prestigio un centro es en su capacidad integradora, de “rescate” –permíteme la expresión–. Un colegio que luche por evitar los descartes, que busque y sepa encontrar lo mejor de cada alumno y lograr que lo ponga en valor.

Parto de que todo lo que hagamos será poco, siempre quedan retos por alcanzar.

Permíteme que te comente, así de memoria, algunas iniciativas que he impulsado en este mandato:

  1. Quise inaugurar –por su carácter simbólico- mi primer curso oficial en un colegio público especial, “Andrés Muñoz Garde“, con cuya Asociación de padres y madres mantenemos una frecuente y fluida relación.
  2. ‍Llevé a cabo la reforma de la Ley Foral 12/1997, de 4 de noviembre, reguladora del Consejo Escolar de Navarra para posibilitar la incorporación, con voz y voto, de un vocal de la organización más representativa que englobe los diferentes tipos de discapacidad en Navarra.
  3. Reconocimos y regulamos los derechos del alumnado con trastornos de aprendizaje y TDAH. Lo hicimos tanto a nivel foral como propiciando desde Navarra su inclusión en la legislación estatal (art. 71.2). Además hemos publicado materiales sobre TA y TDAH para el profesorado. Navarra realiza ya exámenes adaptados para los alumnos diagnosticados que lo solicitan, incluso para la Selectividad o Prueba de Acceso a la Universidad.
  4. Además hemos llevado a cabo políticas de impulso de la detección temprana de alumnado con estas necesidades específicas u otras, como las Altas Capacidades, habiendo incrementado muy sustancialmente los casos diagnosticados y seguidos.
  5. Prometí que daríamos visibilidad, formación y apoyo a nuestros jóvenes de los Programas de Cualificación Profesional Inicial Especial (PCPIE), ampliando el número de años de estancia en algunos cursos y posibilitando su mayor autoestima, su inserción social y posibilidades laborales. Hemos logrado algunos éxitos claros, tanto en centros públicos como concertados.
  6. Prometí también que trabajaríamos para ofrecer formación, cualificar y certificar a personas con discapacidad (en mi blog personal cuento qué hemos hecho, como experiencia pionera con jóvenes con discapacidad intelectual, y nuestra apuesta de futuro).
  7. Hemos trabajado para potenciar el voluntariado (tanto para, como de, personas con discapacidad). Aquí tienes algún ejemplo.
  8. Hemos colaborado en proyectos de universidad inclusiva. Y, más concretamente, en los llevados a cabo por la Universidad de Navarra.

Hay mucho por hacer; pero creo que hemos avanzado de forma importante. No es ningún mérito: era –es– nuestro deber dar satisfacción al ejercicio efectivo de los derechos que asisten a nuestro alumnado. Subrayo el término “derechos” pues no son concesiones. Son derechos subjetivos exigibles, si fuera preciso, incluso por vía judicial.

Unos derechos reconocidos desde el compromiso de que, allí donde haya una persona con una dificultad especial la Administración educativa debe estar, acompañar, implicarse y comprometerse especialmente.

Hay que hacerlo trabajando, junto a los equipos directivos, los claustros, las familias, para que cualquier estudiante, más allá de su situación personal, y social, más allá de dónde viva, más allá de dónde estudie, pueda dar lo mejor de sí mismo.

Como se indica en inglés es imprescindible enmarcar todo ello en una frase: “No child behind”. Porque nadie, nadie, puede quedarse atrás.

artículo con información de ined21.com